miércoles, 13 de mayo de 2009

MI CIUDAD IMAGINARIA


La semana pasada dedicamos la clase de Métodos de la Creatvidad a imaginarnos una ciudad. Daba igual que clase de urbe fuera, sólo teníamos que crearla partiendo de nuestra imaginación.

La idea que surgió fue la de una especie de ciudad-aldea en que las casas y edificios estuvieran construidos por materiales blandos y ecológicos, donde la gente valorase realmente lo que tuviera, no hubiera ruidos desagradables, contaminación ni cemento. Una ciudad onírica en la que sus habitantes vivieran despreocupados respecto a los problemas diarios de las ciudades en que vivimos hoy día. Una urbe atemporal con gran sentido de la comunión social.

Pensando acerca de esta ciudad caí en la cuenta que este ejercicio ya lo había realizado.
Por aquel entonces tenía ocho años y escribí un cuento titulado "Bajo el mar hay una gran ciudad". Cuenta la historia de cómo dos hermanos van a parar al fondo del mar tras escapar de un incendio. Allí les recogería la señora Lupe, un pez muy educado que les ofrecería cobijo y les enseñaría cada recobeco de "Pecilandia": La ciudad de los peces. Así la describo en uno de los fragmentos del cuento:

"Al día siguiente (Doña Lupe) les llevó a conocer la ciudad de Pecilandia y se quedaron alucinados. Las casas ondeaban y los peces salían de las puertas y ventanas.
La ciudad tenía un alcalde que les resultó muy simpático y llevaba sobrero de copa. ¡Mandy y Teddy se lo pasaron pipa en la ciudad d Pecilandia!"


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