SEAMOS CREATIVOS: abril 2009

ROMANCE, 2003

PASIONES DE LUNA

El silencio oscuro y sordo.
Los árboles agitaban
ramas desnudas de Enero.
Rompió en la noche la calma
un sonido de cabellos.
Era una mujer que andaba
desnuda al paso del viento,
en la faz mala mirada,
en las manos, desgarrado
el escombro de su alma
antes ruina, entonces nada.
Aquel viento que callaba
preguntó con su soplido:
- ¿Dónde vas bella muchacha
con el arma del diablo?
La mujer, malhumorada
respondió al viento nocturno:
- Camino hacia la montaña,
he de matar a la luna.
El viento que la escuchaba
sopló, quiso impedirlo
pero la mujer andaba
sin miedo hasta el alto cerro.
Y quedose allí callada
durante tiempo longevo.
El poniente se apoyaba
Sobre los montes de Úbeda.
El viento se acurrucaba
entre arbustos desnudos.
- ¡Mira, luna! ¡Mira, mala!
¡Vengo a matar tu destello!
La luna, bella, miraba
hacia lo alto del cerro.
- ¡Vengo a recuperar mi alma!
¡Luna mala, vil garduña!
¡Esa negrura robada
y ese muchacho de ensueño!
- ¡Ten cuidado, luna guapa!
Gritó temeroso el viento.
La mujer que le observaba,
con desdén y con dolor,
subió al cielo la mirada
y a la luna sonrió.
- Luna, he aquí otras palabras
que acreditan mi razón.
Eres ser muy perspicaz
que usa de Dios los hombres
para poder aliviar
sus ansias de libertad.
No es, así, el amor que das
propio de un ser dadivoso,
tú regalas al azar
bellas estrellas de jaspe
a hombres de sensibles almas
para calmar tus deseos.
¡Devuélveme, luna mala,
a mi amor carabinero!
La luna volvió la espalda
a la mujer de los bosques.
- ¡Te encontrarás bien clavadas,
a más tardar, esta noche,
tachuelas en esa faz
si no accedes, luna clara,
a mostrarme el bello aljibe
en que los amores guardas!
La bella no respondía,
la mujer desesperaba.
- ¡Convertiré en tafetán
tu brillo de lentejuelas!
¡Tornaré, preciosa, tu alma,
que rezuma amores vivos,
en carámbano de plata!
¡Tu forma toronja, mala,
rasgaré en yertas lamas!
¡Devuélveme, bella cara,
la ahora plateada esencia
de ese hombre portaba
amor de mi pertenencia.
La luna no la miraba.
Alzó, loca, su aliento
hacia la bella lejana.
El viento que en la sombra
todavía se encontraba
salió raudo hacia la luna,
que en el cielo sollozaba.
Sopló fuerte y con rabia
sobre la triste montaña.
La mujer cayó en picado
por el cerro que lloraba.
Florecían amapolas,
carmesíes y de plata,
del pecho de la joven
que yacía recostada
sobre el suelo pedregoso
y tosco de la montaña.
En el sur de nuestra España,
Jaén amanece grana.
La luna marchose a prisa
tendiendo un paño de plata:
- Gracias, viento precioso.
Le dijo la cara guapa.
Y a su efusivo galán
risueña le regalaba
bellas estrellas de jaspe.

Sara Violat Romero 15/05/2003